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Recuerdan que la comida «sin», incluida la «sin gluten», no es necesariamente más sana

Acabaron las fiestas navideñas, y la llegada de enero trae consigo nuevos propósitos fruto del arrepentimiento, cuando tras muchos excesos, el inicio de año llega con el firme propósito de depurar nuestros cuerpos eliminando de la dieta alimentos que contienen gluten, grasa, azúcar, lácteos… etc. De esta manera, parece que ha llegado la horas de la dieta «sin»… es decir, pan «sin» gluten, refrescos «sin» azúcar, leche «sin» lactosa, cerveza «sin» alcohol, chorizo «sin» cerdo, kétchup «sin» grasas, hamburguesas «sin» carne, crema de cacao «sin» aceite de palma, helado «sin» azúcares añadidos, queso «sin» calorías… convertidos en productos milagrosos por el arte del marketing.

De esta manera, la cesta de la compra seguro que estará repleta estos días de productos de este tipo, que tendrán unas ventas superiores a los de la versión «con» del mismo producto, ya que la industria alimentaria parece haber escuchado al mercado y sabe que cada día somos más sensibles a todo lo relacionado con la salud.

Según cuenta un artículo publicado en el portal Alimente+, cuyo autor es el chef Samuel Moreno, la economía y la alimentación figuran entre las pocas disciplinas que deberíamos saber manejar o al menos tener unas nociones básicas bien aprendidas, pero como nadie se molestó en enseñarnos esto, nuestra educación quedó a merced de los sectores que controlan estas disciplinas, que son los que tienen el interés y el presupuesto necesario para educarnos en estos aspectos.

De la misma manera que los bancos nos dan lecciones de ahorro e inversiones de la forma que a ellos les conviene, la industria alimentaria utiliza sus canales para enseñarnos a comer de la forma que a ellos les interesa, y si a una empresa le interesa que sus productos contengan un determinado tipo de grasa, utilizan el marketing para que se acabe viendo bien utilizar esa grasa de dudosa calidad en lugar de otra más cara y saludable.

Moreno pone como ejemplo que un pan de molde sin azúcares añadidos incluye más de 15 ingredientes, hasta el punto de que nos han hecho pensar que un pan de molde «sin» azúcares añadidos es más saludable que una hogaza de pan, algo que es completamente incierto, ya que el pan de buena calidad contiene: harina sin químicos, agua, sal y levadura.

Así las cosas, un pan de molde sin azúcares añadidos del supermercado contiene una lista de más de 15 ingredientes, entre los cuales podemos encontrar una mayor cantidad de grasas, hidratos de carbono, conservantes, emulgentes y estabilizantes, de forma que el pan blanco tiene unas 230 kcal y el de molde sin azúcares 260 kcal.

El chef recuerda que lo mismo pasa con los alimentos sin gluten, absolutamente necesarios para muchos, y productos de moda para otros. Cuando somos celíacos no nos queda otro remedio que consumir estos alimentos, pero cuando lo hacemos de forma innecesaria, debemos de saber que el gluten y el trigo tienen características distintas al arroz, el garbanzo, o la soja. Por este motivo, cuando hacemos panes con estos otros ingredientes, por lo general están cargados de grasas y azúcares para hacer que su sabor sea más amigable y similar al del pan.

Este ejemplo lo podemos utilizar para los sucedáneos de la carne, ya que las pastas vegetales que simulan carne son, en muchos casos, mezclas cargadas de azúcares y otros hidratos de carbono, aderezadas de múltiples grasas y aditivos. También sucede esto con las leches vegetales, excesivamente endulzadas y adictivas. O con los embutidos light, que contienen menos grasas, pero también muchos más hidratos que proteínas.

En muchos casos, el consumo de estos alimentos «sin» son la causa de un empeoramiento de la salud general, ya que se trata de productos suaves de sabor, golosos y con menos carga de culpa por ser aparentemente saludables, y eso nos da sensación de barra libre muchas veces.

Para terminar, recuerda que por lo general, los productos frescos son los que conservan sus cualidades naturales y tienen todo lo que necesita nuestro cuerpo para funcionar como un reloj.

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